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Mostrando entradas de enero, 2010

Fin del puente

Por fin se terminaron las fiestas decembrinas, el puente Guadalupe – Reyes termina con saldo blanco. Por lo menos me salve del borrachómetro y de una que otra multilla. Nunca olvidare el piñatazo de mi cuñadita que le dio en la mera frente, a los cinco minutos parecía unicornio, pero el que quedo para la inmortalidad fue el del cuñado de mi cuñada, en el primer palazo se cayó según el porqué se mareo. (Próximamente el video). Creo que una de las cosas que hace que me alegra que terminara dicho puente, es la cantidad exorbitante de comida que se consume en esta temporada, hasta parece que hay un hueco en el estomago reservado para estas fechas. ¡Gran noticia! Este año no llevamos a mi hermano al hospital por indigestión. Este año si lo extrañara el médico de urgencias. Pues ahora a disfrutar del resto del año…

El nuevo reto

Creo que mi hermano me a visto la cara de hueva que tengo algunos días en lo que no tengo actividades (¿Cuando?) y al muy ingenuo se le ocurrió que debía integrar a mis actividades algo nuevo. Me invito a practicar parkour a ciudad universitaria con el famosísimo Daer (ni en su casa, pero es fundador). La verdad está muy padre, esto de los desplazamientos ya lo había hecho pero debo admitir que me costó mucho trabajo seguirles el paso y adaptarme a su estilo. Por cierto me estere que casi siempre los están corriendo de donde practican, y que por eso tienen que entrenar con pans para que no los confundan con rateros o algo así. Creo que si antes no tenia tiempo ahora menos, ya que además solo estoy esperando a que abran la nueva sucursal de sport city de plaza aragon para estrenarme como profesor en un gym de esa categoría.

Feliz año 2010!

Este año tengo tantos planes como el anterior, con la diferencia que este año tengo más energía y razones para cumplir todo aquello que me propongo. Hay veces que es necesario saber que se ha estado en peores situaciones para recordar de lo que se es capaz. Durante los abrazos de año nuevo el más importante de todos fue el de mamá. Y es que apenas hace 3 años le habían desahuciado. Pensé que no la volvería a ver, cuando la internaron yo estaba en la escuela, y en el hospital solo dejaban estar a un acompañante y ese lugar le correspondía a mi padre, quien por cierto soporto la noticia del desahucio el solo pues a nadie le había dicho nada, por lo menos no con palabras. Sus ojos humedecidos y una sonrisa mal fingida siempre nos decía –estará bien- y un nudo en la garganta ahogaba las explicaciones. Uno de los médicos intuyo que pudo haber sido un mal medicamento el que la pusiera al borde de la muerte, pero los estudios para confirmarlo tardaban demasiado para el tiempo que le habían d