Por quinta vez en menos de 15 minutos, reviso el reloj, la descesperaciòn era muy notoria. La esquina de aquella avenida la recorría como león enjaulado. Los minutos le parecían horas cuando se trataba de esperarla, y ella disfrutaba llegar tarde. Tomo aire y se trato calmar, entendió que algo la tarazaría, quizá el hecho de que su marido no la dejaba ir y debía mentir, tal vez sus hijos debía encargarlos con alguien o quizá solo se retrasara por el trafico. A pesar de los motivos, el desesperado chico de 20 aun no era lo suficiente maduro para aguantar las ganas de estar con la mujer de 33 que, según él, había conquistado en la fiesta de la prima. El joven había notado que desde la ultima mesa del salón una mirada constante de la sensual mujer. Una mueca combinada con una leve sonrisa animo al chico a acercarse a ella, un rato de platica, un mal pretexto llevo al primer beso y a la primera cita, al primer placer, el cielo que no encontraría en su propia edad de deprimente pubertad...
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